miércoles, 18 de junio de 2008

Milán de mierda!!

Mientras espero que mi ropa se lave en un “lavanderie self-service”, le cuento que definitivamente odio Milán. Cuando llegué no sabía como tomar micro, así que me subí a una y le pedí ayuda al chofer: “Io solo parlo italiano” me dijo, y ni siquiera me trató de entender… algo me dijo, pero no fue suficiente. No quiero contar mucho de aquel domingo, que más encima me llovió mientras yo caminaba de vuelta mi hotel, y tampoco sobre le tipo que me mojó con el auto.

Hoy en la mañana me quise levantar temprano, pero no fui capaz. Me levanté con la idea de que tenía que lavar ropa, porque la limpia se me había acabado, y elaboré el siguiente plan:

- Dejar muchas cosas en la maleta y la ropa que quería lavar en mi mochila
- Salir del hotel, tomar la micro hasta la estación de trenes y dejar la maleta en custodia
- De la estación ir al centro de lavado para lavar y secar mi ropa
- Volver a la estación, dejar mi mochila y salir a turistear.

El problema fue que el plan se me cayó en el segundo paso, porque la maleta superaba los 20 kilos, y estos italianos de la sua mamma no aceptan más que ese peso (ni en los aviones te ponen estos problemas)

La cosa es que estaba medio desanimado, pero me dije que de nuevo no debía dejarme ganar por estos milanes de mierda, así que con llegué con mi maleta y mi mochila, en un trole lleno, al centro de lavado.

Milán me recordó a Santiago, y si tengo que volver acá algún día será en otras condiciones, después de haberlo pensado muy bien. Mejor les cuento como me fue en Fiorenze y Venecia y les digo además que el siguiente texto es una transcripción de las notas que fui tomando a medida que recorría las ciudades.

16 de junio

Me gustan las estaciones de trenes. Siempre se ve gente muy apurada, a veces corriendo. En general, aeropuertos, terminales de buses y estaciones de trenes son lugares muy intensos: a veces no sólo vas a dejar a una persona, vas a dejar esperanzas, sueños. Otras veces sólo se limita a ver cómo el ser amado se aleja.

La estación central de Milán no escapa a esto. Aquí he visto gente hablando desde el andén con sus seres queridos, aprovechando los últimos minutos que les queda. Luego, los trenes se alejan.
Los cafés de las estaciones son otro tema. Un buen café de estación debe tener perfecta vista hacia los andenes. Panes, bebidas, cafés y jugos son lo típico del menú. Acá en Milán he comido unos sándwiches muy ricos (panini). Por ejemplo, el clásico jamón, queso y tomate, pero con mozarella, prosciuto e pomodoro, todo dentro de un pan de una masa increíble.

El patio de maniobras de la estación de Milán es típico: un peladero feo, muchas estructuras, rieles y catenarias por doquier. Por ahí aparecen unas casetas de control y también quedan vestigios de las tomas de aguas que se usaban para abastecer de este fluido de trabajo a las antiguas locomotoras a vapor.

El tren en el que viajo dista mucho de esas antiguas locomotoras, muy bellas e ingeniosas por lo demás. Viajo en un tren eléctrico de alta velocidad (dicen que puede alcanzar los 250 km /h), y viajo en primera clase “posóm” y es muy cómodo. Tengo un buen asiento y una mesita sobre la cual me apoyo ahora con mi cuaderno y mi lápiz.

Voy viajando a Firenze (Florencia). Dicen que es una ciudad muy hermosa. Lo vengo escuchando desde que tengo 9 años, cuando transmitían el mundial de futbol de Italia 90.
El centro histórico de Firenze es maravilloso, es llegar al renacimiento. Mi primera detención fue en una catedral impresionante, que queda frente al baptistorio de Fireze, en donde se bautizaron los ilustres ciudadanos como por ejemplo un tal Dante Aliegeri. Pinturas en las murallas, esculturas y una cúpula con un fresco muy bonito, típico de aquella magnífica época de la humanidad.

De ahí me fui en busca de cosas relacionadas con la familia Médici, que dicho sea de paso siempre me han llamado la atención no sólo por haber sido protectores de grandes artistas, sino porque algo de misterio le encontraba. Después supe que pusieron a uno de los suyos como papa y empezaron el negocio de las indulgencias… qué más se podía esperar de una familia de comerciantes.

Mi primera detención fue en una capilla en la cual Donatello trabajó muchísimo, de hecho sus restos descansan a un costado de esta. Este muchacho parece que no le hacía mucho a la pintura, pero si era buen albañil renacentista, es decir, era un magnífico arquitecto y escultor.

Esta capilla tiene dos altares menores y un altar mayor, y detrás de él tiene un órgano. También hay uno en un balcón muy lindo, y se cree que este balcón fue hecho por Donatello. También hay frescos en las cúpulas, relieves, vitrales y muchas pinturas, de las que rescato una llamada “San Guiseppe falegname con Gesù”, que si bien no es renacentista, es muy llamativa, y se puede ver como José le enseñaba carpintería a Jesús cuando este era un niño. También hay dos cofres a cada lado de la capilla con relieves, montados sobre columnas, también atribuidos a Donatello.

De ahí me fui al Palacio de los Medici, que queda cerquita. Lleno de esculturas y con un pequeño jardín en su interior. Al momento de mi visita estaban montando una exposición con borradores de artistas maestros, y los analizaban no como una cosa anecdótica, sino como una herramienta de estudio y de aprendizaje, en donde se desarrollaban los estudios preliminares y donde las ideas comenzaban a tomar forma (modelo). El más notable era uno de Francesco Hayez, correspondiente a la pintura “Sansone e il leone”. Primero parte con un Sansón sin ropa y sin mucho pelo. Después en otro borrador estudia la postura y llega a algo más refinado, y esto en otro borrador lo superpone a un león muerto que previamente había sido estudiado. Después hace un carboncillo de aproximadamente un 60% del tamaño del cuadro final, que está a un costado de la muestra, de tal manera que ahora el trabajo se admira más, al saber cuánto se estudió para llegar al resultado final.

También quiero compartir un extracto sobre algo que dijo Leonardo de cómo se debía dibujar:
“Graba esto con rápidas anotaciones en un pequeño cuaderno con el cual siempre debes andar”.
Aquí Leonardo hacía referencia a cómo se debían estudiar los movimientos humanos. Extrapolando lo que dijo uno de mis ídolos, siempre hay que andar con papel y lápiz para anotar, estudiar, aprender.

Este palacio además tiene un salón que es del otro mundo, con un techo maravilloso.
(Aquí va una foto)

También tiene una capilla, que es un cuarto pequeño con un altar y no más de 12 asientos tallados y apoyados en la pared. Si es notable el fresco que da vueltas por toda la sala.

Después me vine a una plaza en donde está el famoso David. En realidad es una copia, ya que el verdadero está dentro de una galería, ya que por el 1800 y algo se dieron cuenta que estaba comenzando a sufrir graves daños. Nunca había estado en una plaza con más esculturas que esta. En general, Firenze es una ciudad en donde toda su construcción y arte me ha llamado profundamente la atención, y cumple con mis expectativas.

De ahí me fui hacia el Palacio Pitti, y para llegar a él atravesé una calle que en sus costados tiene esculturas de grandes figuras del arte y de la historia. Unas gringas le estaban tomando fotos a los que eran “Las tortugas Ninjas”, pero para su tristeza Raphael no estaba. También tuve que pasar un puente que es muy divertido, porque tiene joyerías en sus veredas. Demasiado oro en un puente.

Fui al palacio más bien por Los jardines de Boboli, porque ya estaba chato de tanto cuadro y escultura bonita. Este parque no me recuerda a nada antes visto. Quizás un poco al cerro Santa Lucía porque hay que subir muchas escaleras. Dos gringas casi se murieron al subir, en cambio a mi me volvió el alma al cuerpo, porque me encontré con un matrimonio chileno, que andaba con una sobrina italiana, pero hija de chilenos, y nos tomamos una foto.

De vuelta al jardín… no sé por qué me gustan tanto. Me encantaría tener una oficina acá y con un amplio ventanal para mirar sin restricciones. Lo único que se escucha es el canto de pájaros y algunos murmullos humanos de vez en cuando. Igual la entrada es cara (10 euros), pero hay que ser justos, la entrada también da derecho a visitar una de las galerías que existen en el palacio Pitti.

Cuando pensaba que estaba listo con el jardincito, apareció el último nivel, que vale la pena visitarlo. Hacia el horizonte es posible ver castillos y casas medianamente nuevas. Yo por lo menos no conocía un lugar así.


De ahí comencé a deambular por las calles de Firenze hasta llegar a la estación de trenes. Las calles angostas son muy bonitas y al igual que las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se sho. Me faltó mucho que conocer de esta ciudad, así que con mucho gusto volvería algún día a visitarla.

17 de junio

Lo debo!! pero revisen!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Venecia, si¡ las fotos son muy bellas, me gusta la del hombre que está sentado en la puerta de su casa, ¿ para tomar locomoción?
y esas veredas angostitas y sus calles sin vehículos, entonces me imagino un vaporcito pasando, levantar la mano, hacer detener la "micro" en el paradero que está justo para no mojarse, ¡ si, que bonito ¡
Las de Florencia, mucha mucha historia, buscaré más de ellas, mm, si, así lo he echo con otras. Espero que sigas con ánimo, pues queda más por recorrer y conocer, eres joven y a esa edad el cansancio pasa y las fuerzas están para tomarlas, un abrazo.
Ely

Anónimo dijo...

Recuerdo a un niñito que cuando pequeño lloró cuando se vió en una foto en la que aparecía apoyado en la malla de un gallinero y al preguntarle del porqué de su penita, éste respondió: "es que me dejaron solito".- Y ahora, recorriendo solo el mundo.- Eres increíble y a esta vieja la tienes choca por tus logros.-
Yo.-

El centro incandescente dijo...

Si uno lograra verdaderamente pensar que cada vez puede ser la última, los viajes tendrían tanto más sentido.
Ríete de todo un poco, sientete como en el jardincito y juega.