jueves, 18 de octubre de 2007

Navegando ando

Complicado, duro, y a veces absurdo se me ha vuelto el día a día. Es un día a día que absorbe la mejor de mis energías y las lleva hacia un derrotero algo oscuro.

Por otro lado, siempre mi optimismo, oculto para muchos, brillante para mi, me da golpes de timón en medio de este mar con vientos cruzados y feroces, evitando que me vaya hacia un gran abismo. El norte magnético pareciera ser dinámico, por lo que contar con una brújula con un gran norte dibujado no me hace un mejor navegante. Quizás lo que necesito es un astrolabio, para dejarme llevar por una señalética estelar.

Hoy soy maestro, y ayer era grumete, a pesar que muchas veces me siento más cabro chico que nunca. Quiero seguir aprendiendo, de las nuevas ciencias y de aquellas tan comunes que pasaron desapercibidas por mi. Lo deseo con ganas, con todas mis energías, e incluso con aquellas que ahora no tengo, pero no me cabe la menor duda que puedo contar con ellas cuando estas sean requeridas.

Un pequeño iceberg se derrite frente a mis ojos, pero me gusta que sea así. Bebo del mar que lo rodea y me recuerda muchas cosas, y a la vez me relaja. Lo huelo, y reviso la cartografía de la ruta que mañana seguiré. Para muchos navegantes es compleja, pero por suerte para mi sólo consume tiempo. Es el resultado de muchas millas recorridas. Nuevos navegantes pasarán mañana por ella, y muchos de ellos tal vez se ahoguen, a pesar de nunca quise que esto fuese así. Tal vez hace años atrás lo deseaba, cuando pensaba que el nadar consistía en boyar mientras el resto se ahogaba.

No se perder, a pesar de que no tengo mayores complicaciones en reconocer la derrota. Tal vez por esto en mares bravos navego a la perfección, pero a veces la vida del puerto se me complica, y también me agobia. Si tan sólo en el muelle corriese una pequeña brisa de altamar, todo sería distinto.

Ya no hay viento, y el mar está en calma. Mi coy me espera, y los párpados me pesan. Cual Miguel Grau, tengo una brújula en el techo, y si el norte está correcto, mañana navegaré como me gusta, con desafíos, y con una gran sonrisa mientras el viento trata de sacarme de cubierta.


Canción recomendada:


Una canción elegante, de Christopher Cross, Sailing