viernes, 27 de junio de 2008

Hora de balances… not yet!

Estoy llegando al final de este largo viaje… fue agotador, pero a la vez entretenido. Me imagino que se dieron cuenta que no actualizaba mi blog desde que estaba en Milán, y mucha agua ha pasado por debajo del puente. Han sido varios los lugares que he visitado desde entonces, y muchas de las aventuras han sido en tren.

Comienzo contando que el miércoles pasado tomé un tren nocturno desde Milán con rumbo a Duisburg, en donde tenía una reunión con un profesor. El tren era uno de segunda clase, por lo que no tenía asientos reclinables. Era uno de estos trenes en donde tienes salitas de 6 asientos, tres en frente de los otros tres, como esos en donde viaja Harry Potter. En esta salita viajábamos dos canadienses, un señor de Etiopía (no sé cuál es el gentilicio) una señora de suiza y yo. Conversamos muchas cosas, compartimos experiencias de viaje, y nos despertamos a cada rato que pasábamos una frontera para revisarnos los pasaportes. Con mucha rabia les cuento que los tipos ni revisaban los pasaportes de Canadá, pero si miraron con mucho detalle el mío, y mejor no les cuento como revisaron el de Etiopía.

Después de la reunión con el profesor en Duisburg, me fui directo al hotel a dormir, ya que había dormido muy poco los días anteriores, y al día siguiente fui a ver a una ex compañera de universidad a Aachen (cerca de Duisburg) que se está doctorando por esos lados. Fui a su departamento, que lo tiene muy lindo por lo demás, y me encontré con otro compañero de universidad que vive cerca. Fuimos a comer, en la tarde ñoñeamos con temas eléctricos y nos tomamos una botella de vino chileno que llevé para esos lados.

Se me hizo tardísimo, así que tomé un tren como a las 3 de la mañana para volver a Duisburg, y más encima no me di cuenta que había que ser un transbordo, por lo que me quedé tirado en Duseldorf como por una hora y media… llegué al hotel a las 7 am. El haber llegado a esa hora no es tan terrible, pero es complicado cuando tienes que tomar un tren al día siguiente a las 10:00 am, por lo que alcanzas a dormir muy poco. Pues bien, este fue mi caso, ya que el día anterior conocí a una niña de Concepción que también está doctorándose por allá pero en Biología, y quedamos de acuerdo de visitar Amsterdam.

We’re going to talk about Sin City

Amsterdam, famosa por su Barrio Rojo y sus Coffee Shops, es una ciudad hermosa. El viaje nos tomó casi cuatro horas en tren, y conversamos con esta niña de la vida y del amor también (cito a Francis Cabrel). Ese día sábado jugaba Holanda contra Rusia, y era la locura en las calles de Amsterdam. Después de un par de iteraciones en busca de alojamiento, poleras y un lugar para ver el partido, dimos con un bar y nos sentamos en la barra a tomar toda la Heineken posible de extraer de los tubos del bar, mientras veíamos como Holanda sufría, y como finalmente fue derrotado. De ahí, a buscar alojamiento, y una vez instalados fuimos a hacer una visita a un Coffee shop, que básicamente es un lugar en donde venden marihuana, café, jugos y bebidas, pero no alcohol (o si no, imagínense la locura). En estos lugares tienen una carta y tu puedes elegir marihuana, hachis, entre otras hierbas.

Más tarde fuimos de bar en bar tomando cerveza y escuchando música electrónica, y haciendo salud siempre mirándonos a los ojos (no tengo 7 años de sobra). Después de ese carrete, un poco de tuto y al día siguiente fuimos a recorrer la ciudad, y una de las cosas más bonitas que voy a recordar de este viaje fue el habernos sentado con esta niña a comer nuestra ensalada de frutas y yogur a una orilla de un canal en Amsterdam, frente a la casita de Ana Frank. El día estaba muy agradable, los botes pasaban, nosotros desintoxicándonos y conversando de la vida.
Después de una cerveza en un restaurant al aire libre, fuimos a comprar té en ramas a una tienda especializada en el asuntito y de ahí al barrio Jordán, que es un barrio muy tranquilo, con casas muy bonitas. Ahí nos sentamos otro rato y descansamos, antes de tomar el tren de las 5 de la tarde de vuelta a Alemania.

De vuelta en Aachen a las 9 de la noche, encontré un tren a las 10 con rumbo a Frankfurt, que llegaba a las 2 de la mañana a la estación del aeropuerto. Esa noche tenía una reserva en un hotel de Frankfurt, pero la perdí porque me demoré mucho en conseguir un buen mapa para llegar al hotel, así que simplemente busqué un rincón en el aeropuerto que tenía sillas y me tiré a dormir a lo largo de tres sillas, al menos unas tres horas antes de la entrega de maletas.

No conocí Frankfurt, sólo sui enorme aeropuerto, y de ahí comenzó mi viaje a Canadá.


So, Are you from Canada eh?

Los canadienses le agregan un “eh” al final de las oraciones, tal como nosotros le agregamos el “po”. Así que molestado mucho a los hojas de maple, jejejeje.

Me vine en un Boeing 777… brutal!! La primera clase tiene unos asientos espectaculares y con mucha privacidad. Nosotros, el perraje, teníamos asientos cómodos y buena entretención a bordo y muy ricas comidas. El vuelo duraba 8 horas, y llegué a Canadá al medio día hora de Montreal y hora de Chile. El aterrizaje en ese avión casi no se siente.

Merece un comentario aparte la lentitud de la entrega de las maletas en Montreal… horrible.

Después de esa pesadilla, compré a la entrada del aeropuerto un mapa de Montreal, y comencé a ver donde estaba mi hotel. Sentado al lado mío un tipo me dijo si necesitaba ayuda, y yo le dije “no, muchas gracias, sólo estoy tratando de ubicarme”. Después de un rato de peleas con esta sábana de papel, supe a donde tenía que ir, y le pregunté al mismo tipo acerca del valor de un taxi hasta allá. Me dijo que costaba 36 dólares, pero que no me preocupara: si lo esperaba 15 minutos, el me llevaba hasta mi hotel en su van. Resulta que este tipo estaba con su novia taiwanesa esperando a unos clientes de Singapour, y le había pedido a su papá prestada la van, por lo que tenía mucho espacio. Conversamos un montón y ahí supe que es mentira que a los chilenos nos ven como ladrones en Canadá (la típica historia del cartelito en las tiendas que dice que si ve robando a un chileno, es parte de su cultura). Al final, me dio su tarjeta por cualquier cosa que me pudiera pasar. No-ta-ble.

¡Me alojaron en el Sheraton! En todo caso, la pieza no era la gran maravilla, pero era el Sheraton. Una ducha, responder e-mails y a caminar un poco por las calles del centro de Toronto, que dicho sea de paso es una ciudad muy bonita.

Al día siguiente me fui a la conferencia de usuarios de CYMCAP, que es un programa para cálculo de cables eléctricos, y la razón de mi visita a Montreal. Ahí conocí a Alejandro Hernández, quien es el vendedor para América Latina con quien he intercambiado muchos correos desde que compramos el software, y también conocí a los programadores, con quienes también en su momento les hice llegar mis más grandes dudas. Creo que estoy a buen nivel en lo que se refiere a cálculos de cables: conozco bien la teoría y las restricciones que te impone la práctica, por lo que pude hacer buenas sugerencias para versiones futuras del software, y disfrutar de las mejoras que pronto se vienen. De ahí, un happy hour en el hotel, en donde conocí a un texano loco de Dallas, un tipo de Ohio y al viejo loco de Ron Davie de Nueva Zelandia. Créanme que los ingenieros en todas partes del mundo cuando nos juntamos, hablamos montones de estupideces al por mayor. Después fuimos a cenar a un restaurant polaco al cual me invitó Alejandro, y más tarde nos encontramos en una terraza (un lugar con mesas y sillas pa tomar) con otros empleados de la compañía que hace el software, así que le dimos duro a las chelas.

Se suponía que el curso duraba un día, pero una programadora amablemente ofreció una sesión especial para tratar casos especiales y responder dudas. Al final fuimos sólo dos personas, lo cual para mi estuvo mucho mejor, ya que así pude discutir mucho. Almuerzo, de vuelta al hotel y después me fui a Gibbi’s a una comida con todos los participantes de la conferencia. El local queda en el viejo Montreal, y su especialidad son las carnes. Todo estuvo muy rico, acompañado de un buen vino tinto italiano y de conversaciones acerca de viejos capítulos de los Simpsons. Dado que estábamos comiendo carne, salió al baile el “You can’t make friends with sallads”, que acá en Chile se conoció como “no vives de ensaladas”. Después de eso, nos fuimos a tomar otros tragos y ahí conocí a un cabro joven de EEUU con el cual conversamos cuanta estupidez era posible, desde algoritmos genéticos, PSO, redes neuronales hasta las minas ricas del cine, pasando por NBA, MLB y NFL. Más tragos y de ahí al tuto.

Al día siguiente me cambié de hotel, ya que esa noche tenía que pagarla yo, y el Sheraton estaba muy caro. Así que me fui a uno por ahí cerca, que costaba 100 dólares menos, peor estaba muy bueno y no tenía nada que envidiarle al Sheraton. Además la vista que tenía en mi pieza era muy buena. No hice nada en el día, salvo descansar y ver el partido de España, y de ahí me fui a juntar con Alejandro y Ron de Nueva Zelandia. Después de escuchar la triste historia del disco duro de Ron, nos fuimos al Festival de Jazz, previa detención en un restaurant cuya especialidad eran las costillas. Pedí un plato espectacular, que tenía costillas, pechuga de pollo, camarones, papas fritas y repollo, y Ron me pidió que eligiera un vino. Yo me fui a la segura y pedí un Cabernet Sauvignon del Valle del Maipo, Santa Rita. Los tipos quedaron locos con nuestro vino!!

El festival de jazz en Montreal es a todo dar. Cuenta con 5 escenarios en donde hay shows gratis y otros shows indoor por los cuales debes pagar, con artistas son de primer nivel. Sin ir más lejos, ayer estaba Gilberto Gil en uno de estos espectáculos pagados.

Así que pude escuchar muy buena música y gratis, y de ahí me fui al hotel.


Hora de Balances… now’s the fucking time!!

Ahora voy con rumbo a Toronto en el tren, y quiero decir que el viaje estuvo espectacular. Son tantas las cosas que quiero decir que creo que será mejor enumerarlas:

-La calidad de los ingenieros eléctricos de la Universidad de Chile es de clase mundial

-La gente que he conocido en este viaje debe ser lo más positivo de todo. El viejo que me ayudó en Milán a buscar el hotel, que inundó la calle Arquímides con un “Prego”… ¿por qué no aprendí a hablar italiano para poder sentarme a hablar con el por horas? Para que hablar de la niña de Concepción, con quien se me dio fácil la conversa… la mina era total !!, mis ex compañeros en Alemania, el profesor de Brasil y su “café mariconito”, el tipo de Canadá que me llevó gratis, un griego que me acompañó mientras estaba tirado en Duseldorf, Alejandro, Ron, Jason… pura gente buena onda.

-Un kilo de mierda pal micrero italiano que “solo parla italiano”, y pa los giles de los controles fronterizos.

-La ayuda que me dio Ingendesa para venir acá fue determinante. Sin esta, no habría sido capaz de haber hecho todas las cosas que hice.

-Lo que vi, lo que olí, lo que oí y lo que comí son sensaciones que nunca voy a olvidar.

- Y quizás lo más importante… tenemos todo en nuestro país para tener una mejor calidad de vida. Tenemos los mismos paisajes, quizás más recursos naturales, es nuestro turno de hacer las cosas bien, con esfuerzo, con gusto y con ganas.

Hoy voy a dar una vuelta por Toronto, pero no creo que sea muy larga. Lo más seguro es que no me voy a sentar a escribir de nuevo por un par de días.

Comienzo a volver a casa, comienzo a volver a mis amigos, y a mi familia… Angelito, tay por ahí?

I had the trip of my life!!