domingo, 15 de junio de 2008

13, 14 y la mañana del 15 de junio

Al momento de escribir estas líneas estoy volando desde Berlín con rumbo a Milán. Se estima que el tiempo de viaje es de una hora y 20 minutos. Claramente no puedo subir este posteo desde el avión, pero lo dejaré escrito y apenas tenga una oportunidad lo subiré.

No había contanda nada nuevo hasta ahora, porque estuve bastante ocupado haciendo cosas, que ahora procedo a detallar.



13 de junio

Mentalmente el congreso se acabó para mi el 12 de junio, día en que expuse y pasó todo lo ya narrado con tal vez demasiado detalle. Así que el 13 fui al hotel del congreso y después de dar un par de vueltas y ver que no habían charlas muy interesantes para mi (control y diagnóstico había terminado el día anterior), decidí salir a turistear por Berlín. Destino: Charlie Checkpoint.

Previo a lo anterior, fui a Alexanderplatz con Demetrio, un profesor de mecánica de Brasil con quien nos hicimos bien amigos en el congreso. Fuimos a un par de presentaciones juntos a pelar lo chanta de algunas, y almorzarmos un par de días juntos conversando puras estupideces elevadas. Esto es lo choro de estos congresos: conoces gente nueva, y si tienes suerte, gente interesante. A lo mejor ahora Demetrio está prefarando su "café mariconito", que es café con chocholate rallado, canela y otras cosas.

Bueno, Charlie Checkpoint era una de los tres puntos de acceso a Berlín oriental. Los otros dos eran los checkpoint alfa y bravo, pero este es el más simbólico, y era el utilizado por los diplomáticos para pasar a través del muro. Claramente hoy no existe, pero hay una réplica de la garita y del letrero que advertía que se estaba dejando el lado aliado de Berlín. En el albúm 2da salida de Flickr podrán ver estas fotitos.

El sector está dominado por la historia del muro de Berlín, y tiene un museo muy interesante en el cual se cuentan historias de cómo la gente pasaba de un lado al otro. Es aquí donde uno puede confirmar el adagio “La necesidad tiene cara de hereje”. Túneles, mujeres dentro de dos maletas, debajo de las ruedas de repuestos, y tráfico de pasaportes por parte de diplomáticos, son algunos medios de los que ahí muestran. Minisubmarinos, globos aerostáticos, miniplaneadores ya son cosas más elaboradas. Incluso un auto blindado con cemento en sus puertas.

Salí de este museo y me encontré con un chileno. Mejor dicho, él me reconoció como tal y nos tomamos unas fotos y comenzamos a echar la talla. Este muchacho andaba en un congreso de la Deutsche Welle TV, y también paseando su resto. De ahí fuimos a la Puerta de Bradenburgo, y entre conversa y conversa me contó que era pololo de una niña que estudia derecho en la Chile, y que entró el mismo año que mi hermana. En ese momento llamé a mi hermana y le pregunté, y efectivamente fueron compañeras en primero, y mi hermana tenía una muy buena impresión de ella. Comprobado: el mundo es pequeño.

Lo más notable de la salida con este socito, fue la siguiente foto que me tomé:




Después de un paseo por el memorial ruso de la guerra fría, nos fuimos a comer por ahí. Comida vietnamita fue nuestra elección y unas cervezas. Debo decir que no es de mis comidas favoritas, pero tampoco estaba malo: pedí un pollo agridulce con arroz, y entre otras cosas tenía bambú, del mismo que comen los ositos panda. Sigo siendo de la idea de probar todo lo que se pueda, porque para McDonald's y Starbucks tengo el resto del año.

Nos separamos en Unter den Linden, y yo me las emplumé hacia mi casa, con unas ganas locas de hacer pipí después de esas cervezas. Acá en Berlín hay baños públicos como esos que hay por ahí en Santiago, y que para entrar debes echarle monedas (en Santa Lucía y en Parque O’Higgins vi de esos). El problema es que por ahí cerca no hay de estos baños, y sabía de uno que era atendido por gente. Dada la hora (como las 12 de la noche), lo más probable es que estuviese cerrado, pero igual fui. Atravesé la plaza, llegué ala esquina del baño y tal como lo pensé, estaba cerrado. Así que busqué unas matitas y comencé a hacer pipí en pleno centro de Berlín. Esto entra, diría yo, al tercer lugar de mis meadas más notables, todas por culpa de haber tomado algo de copete:

3er lugar: Pipí en NikolaiViertel, Berlín, 2008 (lo recién contado)

2do lugar: Pipí en Clara Burton Parkway, Washington D.C., 2002.
Después de manejar muchas millas en busca de un baño, sólo me acordé de una estación de servicio Exxon que había más adelante. Llegué con el auto hasta la mismísima puerta del baño, y dejé luces encendidas y puertas abiertas. Mientras hacía pipí, sentía de fondo la alarma del auto que indicaba que todo estaba encendido.

1er lugar: Pipí en calle Industrias, Angol, 2006.
Después de tomar algo de copete, estaba a tan sólo 2 kilómetros de mi casa, y andaba en auto, por lo que no me tomaría más de dos minutos en llegar. A medio camino tuve que doblar, bajarme del auto y hacer pipí en la muralla de un supermercado.

Y aquí termina este día.


14 de junio

Me levanté como a las 1, y nuevamente me despertó esta alemana loca del hotel. El asunto es que volví a Alexanderplatz para ir a la estación de trenes a comprar el pulento y manso ticket para trenes. Es un ticket que te da 5 días de viaje completo en tren por algunos países de Europa a tu elección, y en esos días se puede viajar lo que sea. En Alexanderplatz me comí una especie de choripán, muy típico por acá. Lo venden harto en la calle, y es como el equivalente de la sopaipilla con mostaza nuestra. Es un trocito de pan, y dentro de él se pone una vienesa asada, que sobresale largamente hacia afuera del pan. A la vienesa se le puede poner mostaza o kétchup, y cuesta 1,2 euros. Aquí les dejo una foto de uno de los tipos que los vende.


Me fui después de eso al museo de historia de Berlín. Es muy bonito y tiene muchas cosas, partiendo con los romanos, celtas y germanos, llegando hasta la época del muro de Berlín, pasando obviamente por el renacimiento, la reforma de la iglesia (luteranos, calvinistas), guerras varias, Otto Von Bismarck, revolución industrial y guerras mundiales. Muy completo el museo, y en el álbum “Museo de Berlín, dejaré todo el material recolectado”. A todo esto, quedé enamorado de una guía del museo: una niña más bien delgada, morena, de tez blanca, con una choreza y prestancia admirables… tenía su encanto.

Después, otro completito con una chela en la calle (no hay como almorzar en la calle) y su último recorrido por Berlín. Volví a Unten den Linden, y de prontó me desvié del camino, y encontré este hermoso lugar llamado Gendarmermarkt, que es un lugar en donde están las catedrales francesas y alemanas, separadas por un teatro. El lugar tiene una onda increíble, adornado por el sonido de las campanas cada una hora, y tuve la suerte de escuchar a músicos callejeros que le daban su toque. Dejaré videos de esto en el flicker en el álbum Gendarmenmarkt.

Me gustó el aire que respiraba en ese momento, lo que veía, tanto que tomé mi cuaderno y escribí lo siguiente:

“Me desvié de la ruta hacia la puerta de Bradenburgo, y como conejeando ando, llegué a Gendarmenmarkt, y me quedé. Algo cansado estaba, y buscaba un lugar piola, pero con cierta onda, y lo encontré.



A pasado mucha gente por acá, a pie, en auto, en bicicleta y a caballo. De música de fondo , he tenido mucha. Primero las campanas de la iglesia francesa, después a un guitarrista que tocó entre otros temas “I can’t get enough satisfaction” de los Rolling Stones, y un saxofonista que ahora le pone empeño.

Está nublado y hace algo de frío. Yo en pura camisa, pero no me importa. No quiero recorrer muchos lugares, prefiero encontrar uno lindo y disfrutarlo, respirar ondo, mirar, y grabar todo esto en la sección de recuerdo.






Sentado en la esquina de Markgrafenstrasse y Taubestrasse me acordé de tí, y de cómo me gustaría que estuvieses aquí conmigo”








Después, ultimos paseos por Berlín...tomé tranvía y me fui al hotel. Después de dar jugo con el loco del Toto, hice mi maleta, y dormí.



15 de junio
Y acá estamos, arriba del avión. Llegué al aeropuerto en tren y micro, ya que ahora que estoy más chorizo y no necesito de un taxi. Que derroche digo yo.

El avión despega. Última mirada a Berlín y a los parques eólicos de generación, a sus ríos y a sus casitas.

Después de un rato el mundo se termina y comienza una nueva dimensión, hermosa y desconocida. Floto sobre un piso de algodón.

Espero llegar a Milán, en donde tengo que tomar micro, tren y micro para llegar a mi destino, ya que compré un pasaje de avión rasca que llega a un aeropuerto rasca.

Debo apagar el PC, porque vamos a aterrizar. Adiós.